jueves, 8 de marzo de 2018

Mercado feminicida

Hace unas semanas estuvimos explicando en clase las características de la economía de libre mercado. Vimos los límites que muestra a la hora de repartir la renta, o la tendencia que claramente inclina a la concentración de empresas con la escusa de atender a un mercado global, lo que sin duda genera flagrantes casos de monopolios u oligopolios concertados.
Estudiamos como desde una perspectica keynesiana, el Estado debe intervenir, y de hecho interviene, para resolver dichas ineficiencias y lograr objetivos de equidad en el reparto de la renta, competencia perfecta o intervención en determinados mercados para garantizar el logro de un objetivo de bienestar que el mercado, con sus despiadadas leyes de la oferta y demanda, no es capaz de garantizar.

Hoy, 8 de marzo, vivimos un día de movilizaciones también globales. Históricas diría yo. El movimiento feminista hace tiempo que dejó de ser una revolución silenciosa y ha pasado a visibilizar su lucha y a ganar batallas importantes en el frente de la opinión pública. Sin embargo, a pesar de los logros alcanzados, las estruturas económicas siguen ahogando el proceso de empoderamiento de la mujer y el despiadado mercado, ese "asesino serial" que maravillosamente definía Eduardo Galeano, se ocupa de que las mujeres sigan sometidas a sus reglas heteropatriarcales.

Por ello, hoy es de justicia reivindicar que así como existen políticas distributivas que a través de impuestos progresivos, transferencias e intervenciones directas logran (cada vez con menor éxito) paliar la desigual distribución de la renta; así como existen leyes antimonopolio que tratan de garantizar la libre competencia; así como el marco legislativo regula prohibiendo la publicidad engañosa o subliminal; también es urgente y necesario que se activen políticas activas de igualdad, políticas que a través de la regulación directa o indirecta, evite que el despiadado mercado se cebe con el colectivo femenino condenándolas a una menor remuneración (brecha salarial) lo que en mucho casos les orienta a la asunción de tareas relacionadas con el hogar o los cuidados. Leyes que promuevan la paridad en los consejos de administración de las empresas facilitando e impulsando la promoción profesional de las mujeres. Políticas activas de empleo femenino que eviten que la lacra del paro se cebe espcialmente en las mujeres o que las condenen a la precaridad laboral vitalicia.

Es hora de que los poderes públicos reaccionen y de una vez se pongan manos a la obra para alcanzar esa igualdad que sin duda, nos beneficiará a todos y todas.

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